Fotografía de RollingFishays |
Infidelidad
Como enfermizas flores,
el pecado es terco en el
remordimiento
y en la miseria de la
culpa,
y aunque almohademos las
sienes para dormir,
para no encontrarnos
repugnantes en el lecho,
y no perdernos, rotos, en
el llanto,
la noche se torna delito
cuando sucumbimos al
placer clandestino.
Ruedan sobre las cabezas
aciagas aves negras de
infortunio,
revoloteándonos como
viejas rameras.
La voluntad se hace leve
y se eleva
en la inmensidad, somera
y desvaída
como reflejos celestes de
albura.
Más allá del sino
truncado
la lumbre pura que
tiembla,
titila en sus
últimos fulgores,
arrojando la matriz del
amor al más absoluto abismo.
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