Francisco de Goya: Saturno devorando a un hijo
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Escurrepenas y espantos
Como astilla aferrada
a mi pecho, devora
amor a mordiscos, la rutina
bajo la luz imperturbable
de la medialuna de plata insomne.
Tibieza carnal que se consume,
soluto y sal a la deriva,
escurrepenas y espanto.
El caminante nácar llanto
trae polvo en sus pies descalzos, y
entre este último verso aquejado,
otro sacrificio de sangre
roído, cabizbajo, y
abocado a la muerte.
©Ainhoa Núñez Reyes
Tú no te das una idea de lo mucho que has evolucionado en poesía! Tienes la misma fuerza que en los relatos,caótica,oscura,tú,con toda la fuerza que expandes escogiendo esas palabras que hieren e impactan en nuestros sentidos...
ResponderEliminarTe admiro!
Un día de estos, acabo más roja que tú. No sé si evoluciono o no. Yo vivo. Y mientras viva formo parte de la evolución. Cada día estoy más zen. Supongo que alguien me lo habrá pegado. TQM, ale.
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