Francisco de Goya: Saturno devorando a un hijo
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Escurrepenas y espantos
Como astilla aferrada
a mi pecho, devora
amor a mordiscos, la rutina
bajo la luz imperturbable
de la medialuna de plata insomne.
Tibieza carnal que se consume,
soluto y sal a la deriva,
escurrepenas y espanto.
El caminante nácar llanto
trae polvo en sus pies descalzos, y
entre este último verso aquejado,
otro sacrificio de sangre
roído, cabizbajo, y
abocado a la muerte.
©Ainhoa Núñez Reyes