El viejo Diablo andaba buscando consuelo encima de una joven virgen que miraba aquel monstruo cornudo aterrorizada. Tras buscar en todos los recovecos de sus vestiduras, el Rey del Averno marchó golpeándose insistentemente la cabeza, mientras murmuraba desconsoladamente entre lamentos: “El condón, el condón…”.
©Ainhoa Núñez Reyes
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